domingo, 1 de marzo de 2009

Como nació “Astillas de un mismo árbol”


Luego de tres años en el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, comencé a estudiar teatro porque muchas veces, a los bailarines, nos toca interpretar personajes que requieren un compromiso emocional al que no estamos acostumbrados, ni entrenados, a abordar.No pasó mucho tiempo para empezar a sentir la necesidad de subir a un escenario con el rol de “actor”. Pero me tomé siete prudentes años para afianzarme en el estudio de este arte.Paralelamente, y sin darme cuenta, al mismo tiempo en que empezaba a estudiar teatro: Nacía “Astillas de un mismo árbol”.
En aquella época estaba viviendo una situación emocional bastante parecida a la de “Pablo” el personaje de la obra. Hacia unos meses que me había separado de mi “primer gran amor” y caí en un pozo depresivo que concluyó en una operación por peritonitis. Estuve dos meses sin poder bailar.Por ser oriundo de Mar del Plata y tener casi toda mi familia en aquella ciudad, solo pude contar con una persona para que me cuide en esos dos meses: Mi hermana Emma Valeria.Estos son los hechos “reales” que me ayudaron al “armado” de la obra. Pero el verdadero nacimiento de “Astillas…” fue al pasar junto a un puesto de flores que produjo en mí, unas ganas incontrolables de comprar un ramo de rosas. Ganas que reprimí por no tener a quién regalar esas rosas. Represión que originó un pensamiento: “¿Y si las compro y se las regalo a mi hermana?” En ese mismo instante se apareció frente a mí toda la historia. Historia que empezó siendo un cuento que dejé sin terminar por varios años y cuyos personajes llevaban el nombre de Juan y María.Un día, hace dos años y medio, decido retomar ese cuento y tratar de terminarlo y me encuentro con una primera dificultad: El nombre de los protagonistas.Casi todos los cuentos que tengo escritos están en primera persona y, ni yo me sentía siendo ese Juan, ni sentía a aquella María como mi hermana. Decido, entonces, cambiar los nombres y ponerle a él “Pablo” (el gusto personal por único motivo) y tras probar muchos nombres elijo el de “Emma” para ella, igual que mi hermana en la vida real.A partir de este “cambio de identidad” de los personajes, sucede algo que me sorprende mucho: Apareció el dialogo; que era un elemento ausente en mis cuentos. Estos dos hermanos comenzaron a hablar y nunca los pude callar. Para pasar de una situación a otra ya no me era suficiente poner “un punto y aparte”. Necesitaba buscar una transición “escénica”. Y cada nueva situación empezaba con un dialogo que fluía hasta el final para terminar en otra “transición” que llevaba a otra situación que disparaba un nuevo diálogo.Deje de pensar en términos literarios y comencé a pensar en términos teatrales. Los párrafos se me convirtieron en escenas y apareció la escenografía, el vestuario y la iluminación. El cuento, sin pedir permiso, en tres meses se transformó en obra teatral.Ahora necesitaba la opinión de alguien especializado y la primera persona en que pensé fue Agustín Alezzo. Afortunadamente él aceptó leer la obra.En total fueron siete reuniones (cuatro horas cada una) las que tuvimos a lo largo de todo un año. Cada encuentro fue maravilloso porque no solo me hacía las correcciones pertinentes, sino que también conversábamos de teatro, intercambiábamos anécdotas, incluso hubieron muchos momentos de silencio ampliamente disfrutables.Alezzo me fue guiando y enseñando los conceptos de la estructura dramática, encontrando los aciertos y señalando errores, explicándome el “por qué” de esos errores y dejando que yo encuentre mi “cómo” solucionarlos.La obra pasó de tener un solo acto, a dos. Del original solo quedaron dos escenas: El prologo y el final. Y lo más importante fue que apareció un nuevo personaje: Lucía.Cuando finalmente decidí llevar a escena lo escrito, Alezzo no solo brindó su apoyo a la obra y a mi capacidad como actor, sino que también me ayudó en la elección de las actrices; dándome el visto bueno para Bárbara Blanqué a quién había elegido para el papel de “Lucía”, y recomendándome a Salomé Vega para el papel de “Emma”. Mientras buscábamos un director para “Astillas…”, las actrices y yo comenzamos un período de análisis de la obra que resultó ser sumamente rico en muchos aspectos: en principio sirvió para ir conociéndonos y al mismo tiempo, a través del análisis que cada uno hacía de la obra, pudimos redondear, aún más, ciertos aspectos del texto.Finalmente, y tras haber “coqueteado” con varios directores, Emiliano Dulucchi aceptó dirigir “Astillas de un mismo árbol”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario